El dios Jano de los
romanos patrón de los constructores y dueño de las llaves que abren las puertas
de la iniciación se desdobla en los dos San Juan, El Bautista, el que mengua,
preside el solsticio de verano y la puerta de los hombres, o sea el acceso a la
iniciación. El Evangelista, que es el receptor de la enseñanza esotérica del
Cristo, el que crece, preside la puerta de los dioses y representa la salida
por la vertical de la cueva iniciática. El solsticio de invierno marca el
momento en el que el tiempo se detiene y el presente se manifiesta en un
momento de eternidad. El pasado y el futuro no existen. Es un tiempo de
silencio, interiorización y meditación como
la semilla que se pudre en el interior de la tierra esperando el momento
de germinar y manifestarse. (EXTRACTO DEL LIBRO)
Un libro desmitificador que muestra el verdadero poder de la Masonería.