Para hablar del poder, el Maestro me propuso que lo hiciéramos en una de las fincas de mi esposa. Estuvimos en la finca central donde varios edificios rodean un extenso patio y en el que hay varias esculturas creadas por mí. Me dijo que en su anterior visita ya había observado que en el centro había un pentagrama de grandes dimensiones, una pirámide de tres caras rodeada de una cadena y varias acacias simbolizando la inmortalidad. Me dijo que el conjunto era un escenario ideal para hablar de las claves del poder masónico. Un poder, me dijo, relacionado con la verdad, la numerología, el pentagrama, la vibración, la virtud y el silencio, pero que jamás se debía confundir con los llamados contubernios que se han achacado a la masonería para conseguir fines ilegítimos. Paseando por aquel patio iniciamos la conversación. (Extracto del libro.)
Este acto ritualístico creado en el plano físico y mental se proyecta en el plano astral creando una atmósfera espiritual dentro de la Logia que influye a nivel personal y también, como no podía ser de otra manera, en la egrégora de los miembros del Taller. El iniciado masón cuando está en el templo realiza un acto mágico que transciende mas allá de lo que ve, no se trata de imaginar, se trata de sentir, y solo así somos conscientes del poder del ritual cuando influye en nuestras vidas cotidianas. El poder de los saludos masónicos es equiparable al de los mudras orientales. En ambos casos se mueven energías de luz primordial que un iniciado puede utilizar. (Extracto del libro)